"¡Juro a la patria y a mis compañeros que si a las tres de la tarde del día de mañana el virrey (Cisneros) no ha renunciado, lo arrojaremos por las ventanas de la fortaleza!", decía un enérgico Manuel Belgrano demostrando el coraje que lo llevó junto con un grupo de revolucionarios criollos a formar el primer gobierno Patrio, el 25 de mayo de 1810. La revuelta política y social que destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros fue el puntapié inicial para la creación de una nación libre y soberana que, luego de varias luchas internas y externas, llegaría a ser la República Argentina.
La independencia económica
"La Revolución de Mayo de 1810 se inscribe en un proceso Latinoamericano que tiene que ver con la caída de la monarquía en Europa. Hay una crisis de legitimidad que no reconoce a Fernando VII como soberano", indica el historiador Felipe Pigna. El contexto histórico tuvo su principal motivación en la invasión napoleónica que tomó preso al rey español, quien terminó por abdicar al trono. Este nuevo panorama animó a los intelectuales y revolucionarios locales a congregarse para formar un gobierno independiente de la Corona.
"El objetivo no fue la independencia; estaba en la mente de algunos, pero la idea era defenestrar a Cisneros como virrey porque él aseguraba la exclusividad del comercio con España", resalta el historiador Mario Pacho O´Donnell. A la idea de este rechazo a la dependencia económica española, los revolucionarios de mayo se enfrascaron en discusiones sobre si convenía declarar un gobierno totalmente independiente de España, jurar lealtad a otra potencia como Francia o marcar un rumbo propio.
Un sentimiento de unidad
Un sentimiento de unidad y fuerza emergió entre la población del Rio de la Plata luego de consagrada la victoria de las tropas criollas en la batalla acontecida tras las invasiones inglesas. Desde 1808 España vivía un deterioro de su poder político y económico, el cual llevó a debilitar la autoridad en varias de sus colonias; también producto del desabastecimiento y la desatención que recibían en consecuencia de la crisis. Una elite intelectual comenzaba a percibirse protagonista de los grandes cambios políticos y económicos que acontecían en el siglo XIX.
Los grupos de criollos armados ganaban poder militar y reconocimiento popular. La necesidad de organizar un gobierno autónomo ante el descontento general crecía a la par de las pretensiones de poder ejercer la práctica del libre comercio. Fue así entonces como un proceso intelectual, comercial y militar con fuertes ideas independentistas generó las condiciones materiales y simbólicas necesarias para desarrollar un proceso revolucionario en el territorio del Rio de La Plata.
La Semana de Mayo
El 13 de mayo de 1810 llegó la noticia de que Sevilla había caído en manos de las tropas de Napoleón, siendo éste el último bastión del poder español. El virrey Cisneros se vio obligado a ceder ante la iniciativa de los criollos revolucionarios de Buenos Aires que exigían una convocatoria a Cabildo Abierto. Con una participación de aproximadamente doscientas cincuenta personas, el 22 de mayo se realizó una sesión de Cabildo Abierto en la que se decidió destituir al virrey Cisneros. El pueblo de Buenos Aires finalmente impuso su voluntad al Cabildo el 25 de mayo, creando una Junta de Gobierno integrada por Cornelio Saavedra, presidente; Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, vocales; y Juan José Paso y Mariano Moreno, secretarios. Se iniciaba así el proceso revolucionario que desembocaría en la declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816.
La Revolución de Mayo, un día para festejar la organización popular y gritar en conjunto "al gran pueblo Argentino, ¡salud!".