Ernesto "Che" Guevara: a 54 años del asesinato del ícono revolucionario

El 9 de octubre de 1967, a sus 39 años, el guerrillero argentino Ernesto "Che" Guevara fue ejecutado por el Ejército Boliviano y la CIA norteamericana. 

El 9 de octubre de 1967, a los 39 años, el guerrillero argentino Ernesto "Che" Guevara fue ejecutado por el Ejército boliviano y la CIA norteamericana. 

Guevara fue interceptado el 8 de octubre, en el combate de La Quebrada del Churo, un paraje ubicado al sur de Vallegrande, en el departamento boliviano de Santa Cruz. El Ejército boliviano lo trasladó, herido, sucio y con su fusil roto, a la escuela de La Higuera, un pueblo cercano de unos 100 habitantes. Así fue que el líder revolucionario permaneció cautivo hasta la mañana siguiente, cuando fue ejecutado con dos ráfagas de ametralladora, por el sargento Mario Terán.

La historia de su muerte

El Che había llegado a Bolivia en noviembre de 1966, con el objetivo de armar una revolución en el corazón de América Latina, que se expandiera a todo el continente. Desde la clandestinidad, con una identidad falsa y compañeros cubanos, peruanos, argentinos y bolivianos, formó el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional de Bolivia (ELN). La última batalla del ELN fue, justamente, la librada en "El Churo", cuando Guevara cayó prisionero junto al sindicalista boliviano Simeón Cuba Sanabria.

Uno de los pasajes más conmovedores sobre la ejecución del líder revolucionario, lo tiene como protagonista al propio asesino, el sargento Mario Terán, que en 1977 dio una entrevista relatando los hechos en París Match. "En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. '¡Póngase sereno -me dijo- y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!' Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga", relató Terán. 

"Cientos de civiles, soldados y periodistas desfilaron para ver el cadáver del Che. Las monjas del hospital de Vallegrande dijeron que se parecía a Jesucristo y las lugareñas le cortaron mechones de pelo para que las protegiera. Hasta el día de hoy los conservan como amuletos de la suerte y rezan por su alma, el Día de los Fieles Difuntos", escribió el historiador John Lee Anderson en su libro Che Guevara: una vida revolucionaria, respecto a la muerte del mítico revolucionario argentino. 

Su cadáver fue enterrado en secreto, cerca de Vallegrande y recuperado recién en 1997, por el Instituto de Medicina Legal de Cuba. Sus restos descansan en un mausoleo de Santa Clara, la ciudad cubana donde logró su hazaña revolucionaria más importante, que dio como resultado la Revolución de 1959.