La medición del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que informó el INDEC en julio arrojó el porcentaje de inflación más alto de 2022. Dentro de ese aumento generalizado de los precios, un sector se destacó por registrar una cifra récord para los últimos 30 años: se trata de la industria de indumentaria, que bajo la categoría Prendas de vestir y calzado subió un 100,5% interanual en el gran Buenos Aires y 96,7% a nivel nacional.
El aumento sostenido en este y otros rubros durante todo un año dificulta establecer referencias para analizar el impacto en el bolsillo de la población. Sin embargo, si se comparan valores promedio de la ropa con los de otros componentes de la economía cotidiana, se pone en evidencia que vestirse en Argentina es caro.
De acuerdo a los precios de la temporada de invierno se puede ver, por ejemplo, que un abrigo de una marca importada puede valer más que el alquiler de un monoambiente en la ciudad de Buenos Aires.
Las razones que explican la inflación en la vestimenta son variadas, y se relacionan tanto con factores fiscales como con financieros y especulativos.
Impuestos y financiación
Las medidas sanitarias que rigieron durante la pandemia de coronavirus afectaron doblemente a la industria de indumentaria y calzado. Por un lado, el cierre de locales y centros comerciales cortó de lleno el flujo de público consumidor; por otro, el menor volumen de importaciones produjo escasez de materia prima para la fabricación.
Eso llevó a una fuerte contracción de ventas para un sector cuyos precios llevan históricamente un fuerte componente impositivo. La recuperación de la actividad se empezó a percibir hacia mediados de 2021 junto a la mayor vocación al consumo de la población hacia niveles prepandémicos.
En ese escenario, según cálculos del sector, el comprador de indumentaria solo ve el 21% del IVA discriminado en su ticket fiscal. A ese se suma el 1,2% del Impuesto al cheque, el 2% del arancel de la tarjeta y el 5% de Ingresos Brutos.
También se traslada al valor final el 12,7% del pago del alquiler del local comercial, más un 12,2% del sistema financiero por operar con tarjetas y, por último, un 9% vinculado a gastos de logística y comercialización.
De este modo, el precio final de una prenda en un centro comercial se compone de impuestos. En muchos casos el costo de producción no llega a ser el 10% del precio al que se vende, y la ganancia que le queda al local es menor al 5% de su valor.
Trabajo no registrado en el sector
En el marco de la recuperación de la actividad comercial, el encarecimento de la materia prima importada y el costo de venta derivado de los impuestos, el margen de ganancia se produce, en gran parte, por el excedente del trabajo informal.
Según estimaciones recientes del Ministerio de Trabajo y la AFIP, el empleo no registrado en talleres textiles y locales de indumentaria ronda el 70%.