Un intenso sol y 29 grados de temperatura aprietan en el mediodía del barrio porteño de Villa Crespo. La tranquilidad que caracteriza a esa zona, a pocas cuadras del cruce entre la avenida Juan B. Justo y la avenida Corrientes, solo se ve interrumpida por el lento andar de adultos mayores de 80 años que llegan al Centro de Vacunación que la Ciudad de Buenos Aires montó debajo la tribuna del Estadio Don León Kolbowski, la cancha del club Atlanta.
A meses de cumplir 90 años, Gizia Weissberg llega bien vestida, acompañada por uno de sus nietos y lista para aplicarse la dosis que el Laboratorio AstraZeneca preparó contra el coronavirus. Una cámara de IP la acompañó durante todo ese proceso.
"Esperé este momento todo el año porque estuve guardada, cuidándome de todo y no veía a nadie. Me las arreglé como podía. A pesar de todo, siento que valió la pena", cuenta emocionada en el centro de vacunación.
Weissberg se toma unos momentos para pensar en cómo fue su 2020: "En algunos momentos sentía que estaba perdiendo años de vida. A esta edad un año es mucho. No es lo mismo un año cuando tenés 45 o 50 que cuando tenés 89".
Antes de retirarse, luego de los 30 minutos obligatorios de control luego de recibir la vacuna, dedica su última declaración a quienes todavía dudan: "¿Miedo a qué? ¿Más miedo al coronavirus? No. Una persona inteligente se quiere vacunar. Toda la vida me vacuné para lo que hiciera falta. Ser antivacunas no sirve: se hace daño a uno y le hace daño a los demás".