A pesar de que Julián Kartun se defina como actor, su banda El Kuelgue lo llevó a conquistar terrenos inesperados en el rock nacional. Pero las distintas expresiones artísticas suceden en simultáneo: mientras explora con su voz, sigue craneando personajes. “Crecí en los teatros, en camarines; era un poco inevitable que fuera actor”, admite.
Uno de sus hits fue la interpretación y creación de Caro Pardíaco. “Está en el aire, pero no está teniendo pantalla ni está en el escenario. Caro maneja criterios que no son los míos, pero no creo que sea mala persona. Está guardada, junto a otros personajes, en el placard de los muñecos, y los saco cuando quiero”.
Durante la cuarentena, los personajes fueron impulsados por los filtros de Instagram. “Me poseen y hablan por sí mismos”. Es que el humor es parte del ADN de Julián Kartun. “El boludeo es muy importante, es un laburo lúdico de improvisación”, dice.
En la era de la cancelación, cree que lo mejor es “mantener el buen gusto. Todo el tiempo estoy poniendo límites porque es fácil irte al carajo”.
Por otro lado, El Kuelgue sigue pisando fuerte. “La música que hacemos no fue una decisión, se dio orgánicamente. Conviven todos los géneros que escuchamos. Podés encontrar tangos, candombe, folclore”.