Quienes se contagiaron de coronarivus y transcurrieron la enfermedad sin complicaciones, cuentan con una ventaja: los anticuerpos. Independientemente de la gravedad de la enfermedad, la edad de los pacientes o la presencia de otras patologías, los anticuerpos permanecen en la sangre hasta ocho meses después del contagio, según un estudio del Hospital San Raffaele de Milán y el Instituto Superior de Salud.
Además, el reporte dice que si bien pueden los anticuerpos pueden disminuir con el tiempo a lo largo de estos ocho meses, son muy persistentes. "La presencia temprana de esos anticuerpos es fundamental para combatir con éxito el contagio", señala. Agrega que los que no producen anticuerpos en las dos primeras semanas tras el contagio “tienen un mayor riesgo de desarrollar formas graves de COVID-19”.
El cuerpo tiene cuatro componentes fundamentales para construir inmunidad: los anticuerpos (aquellas proteínas que circulan en la sangre y reconocen sustancias foráneas como los virus y los neutralizan), linfocitos T-colaboradores (los que reconocen a los patógenos), linfocitosT asesinos (los encargados de atacar y destruir a los patógenos identificados como una amenaza para el organismo), y los linfocitos B (responsables de fabricar nuevos anticuerpos cuando el cuerpo los necesita).