Cromañón: la noche que marcó a una generación entera
Hace 17 años una nube de humo negro cubría al barrio de Once en la ciudad de Buenos Aires. El 30 de diciembre de 2004 Cromañón se prendió fuego y allí se fueron 194 vidas de pibas y pibes que solo querían disfrutar de una noche de rock con Callejeros, la banda del momento. Otras 1432 personas sobrevivieron pero no pueden olvidar la peor noche de sus vidas.
Las zapatillas tiradas, las sirenas de las ambulancias, los cuerpos amontonados y las corridas marcaron un oscuro paisaje sobre la calle Bartolomé Mitre al 3300. Lo que era un día para festejar y despedir el año se volvió el día más triste para muchas familias.
Nacho es uno de los sobrevivientes que -17 años después- aún tiene en sus retinas los recuerdos de esa noche y se reconoce como un pibe “con mucha suerte”. Su historia es la de muchos otros que lograron escapar con vida. No fue así la suerte de quienes la perdieron, incluso después de la tragedia: cinco personas se quitaron la vida por las graves secuelas físicas y psicológicas que los afectaron.
Cromañón fue un cúmulo de negligencias que tuvieron responsables con nombre y rostro. El uso de bengalas y fuegos artificiales eran parte del ritual de los recitales por aquella época. Era responsabilidad de los organizadores (Callejeros y Omar Chaban, propietario del lugar), la Policía Federal y el Gobierno porteño asegurar el bienestar de los espectadores. En la investigación judicial que terminó por condenar al organizador Omar Chabán -que falleció de cáncer en prisión, en 2014-, al mánager de la banda Diego Argañaraz y a Carlos Rubén Díaz -policía federal que no clausuró el lugar- se supo que las condiciones de seguridad eran prácticamente nulas: los planos del local no coincidían con la arquitectura real; los matafuegos estaban vencidos, la manguera de incendio no funcionaba y no había plano de evacuación.
Según señala la investigación judicial, Chabán y Argañaraz fueron los responsables de poner a la venta unas cuatro mil entradas, cuando el lugar estaba habilitado sólo para 1031 personas. Además, cerraron con vallas una de las salidas y cerraron la vía de escape de emergencia con candado. También consintieron el uso de la mediasombra que finalmente dio lugar al incendio.
El rol de Callejeros fue el más controvertido. En 2009, un fallo unánime los absolvió. Pero en 2011 la Sala III de Casación consideró a los músicos culpables de la tragedia -por considerarlos co organizadores del recital- y así fueron presos. Finalmente, después de idas y venidas judiciales, hoy están libres. La excepción es el baterista Eduardo Vázquez, condenado y detenido por el femicidio de su esposa, Wanda Tadei.