El 24 de marzo de 2023 es el primer Día por la Memoria, la Verdad y la Justicia sin la presencia de Hebe de Bonafini. La activista por los Derechos Humanos y cofundadora de la Asociación Madres de Plaza de Mayo falleció el 20 de noviembre de 2022, a los 93 años.
Hasta 1977, Hebe María Pastor se reconocía como "una mujer del montón, una ama de casa más". El 8 de febrero de ese año, su hijo Jorge Omar fue secuestrado y desaparecido.
Una semana después del 30 de abril, cuando se unió a las primeras rondas de las Madres en la plaza, Hebe se encaminó hacia una nueva identidad política con la que pasaría a la historia como un símbolo mundial de lucha y resistencia ante los peores miedos.
En el video, un informe especial de IP Noticias.
"El miedo es una cárcel sin rejas, que no te deja mover"
Entre 1977 y 1978, Hebe sufrió la desaparición de su otro hijo, Raúl Alfredo, y de su nuera, María Elena Bugnone Cepeda.
Para entonces, las Madres ya marchaban todos los jueves por la tarde a la Plaza de Mayo y se consolidaban como un eje de militancia contra la impunidad de los delitos de lesa humanidad planeados y ejecutados por la dictadura cívico-militar iniciada el 24 de marzo de 1976.
Hebe asumió la presidencia de la organización en 1979. Su carácter y personalidad para honrar la memoria de los desaparecidos aparecía cada vez que las Madres ponían el cuerpo contra la brutalidad estatal.
Esa actitud combativa ante la injusticia se mantuvo por décadas, y fue clave en momentos de alta tensión represiva como, por ejemplo, la manifestación contra la reforma de estatuto de la Universidad de La Plata, en 1996, o la masacre de Plaza de Mayo del 20 de diciembre de 2001.
En esas y otras ocasiones, la voz de Hebe resonó por sobre la violencia física contra ella y quienes la acompañaban. Y con esa voz, la forma más fuerte de resistencia.
Con la recuperación de la democracia, el liderazgo de Hebe se volcó hacia la militancia social. Desde ese lugar siguió defendiendo intereses vinculados a los derechos humanos, pero también peleó por mejorar la vida de comunidades originarias, mujeres y minorías afectadas por procesos políticos y económicos.
Así como su figura crecía como una referencia internacional de activismo político, el asedio contra su figura se agudizó bajo diferentes formas. Entre otros ataques, se enfrentó al espionaje ilegal, la persecución mediática y política, amenazas de muerte y torturas físicas a miembros de su familia, como su hija Alejandra.
A pesar de todo, su lucha y motivación se mantuvieron intactas hasta que le llegó la muerte. Con esa partida, la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia perdió una voz y un cuerpo esenciales, pero la fuerza que dejaron queda en la historia argentina y del mundo, como un símbolo contra el miedo.