El suelo argentino guarda el recurso natural más codiciado del planeta: el litio, un mineral con muchas propiedades físicas y químicas que se utiliza, en mayor medida, como espesante para grasas lubricantes y que podría reemplazar al petróleo.
Con el mundo sumido en una crisis energética, el cambio climático y la condición de recursos no renovables, se comienza a cuestionar al reinado del petróleo mientras surge la necesidad de encontrar otras fuentes de energía. Entre los aspirantes a reemplazarlo, el litio comenzó su camino al trono y se asoma como una oportunidad de ingresos viable para toda la región.
Litio, un mineral codiciado
El litio es un mineral clave para fabricar baterías de celulares, tablets, computadoras y autos eléctricos. De 2021 a 2022, su precio internacional por tonelada saltó de 10 mil dólares a 60 mil dólares, y las ventas crecieron un 465%.
Esto se explica porque se trata de un elemento fundamental para la transición hacia energías limpias, además de la alta demanda de baterías. Por eso, las potencias mundiales miran al "triángulo del litio", ubicado en territorio limítrofe entre Bolivia, Chile y Argentina, donde se encuentra cerca del 80% de las reservas mundiales.
Litio en Argentina
En Argentina, el litio se extrae con minería en salares de Catamarca y Jujuy, mientras que en Salta hay proyectos de exploración. Argentina es el cuarto mayor proveedor mundial de litio, pero la recaudación estatal por su exportación apenas llega al 15% del total minero.
Las empresas extranjeras obtienen el litio y exportan a Asia y Estados Unidos unas 37 mil toneladas anuales, y se estima que la cifra aumentará a 800 mil en cinco años. Sin embargo, si tomamos todas las exportaciones que hace el país, las ganancias del litio representan solo el 0,4%.
Pablo Rutigliano, presidente de la Cámara Latinoamericana del Litio, explicó el panorama nacional: “Hoy por hoy, el litio se exporta en Argentina por debajo de 10 mil dólares y en el exterior se comercializa en 75 mil dólares.Todo esa brecha queda afuera del país”.
Siguió: “La Argentina está parada sobre un escenario poco claro. La protección de la soberanía no se está dando, y el litio se está comercializando por debajo de su precio internacional: no hay contratos visibles porque se hace entre privados, no existe la transparencia. ¿Qué baterías vamos a fabricar si toda la producción de lo que se produce entre Catamarca y Jujuy se exporta? ¿Dónde queda ese litio para poder concatenar la industria?”.
Mirá el video de la entrevista para más información sobre esta industria.
Desafío a futuro: Ley de Litio
En IP Noticias, con Diego García Sáez, Rutigliano dijo: “Esta transición energética necesita de una regulación, que permita establecer precios, darle visibilidad y transparencia a un mercado que es de vital importancia para el desarrollo”. Agregó que “para poder generar un mercado lo que se necesita es ser continuo, y eso es justamente lo que estamos planificando”.
El presidente de la Cámara Latinoamericana del Litio rescató que la Ley del Litio “debería construir precio y declarar el litio como un commodity. La no conformidad de que no sea un commodity articula este concepto de que sea entre privados. Debería ser público y visible en un mercado”.
Concluyó que esta ley debería “darle una tipificación a todos los procesos de carbonatos a través de una junta nacional de minería, no para que las empresas se unan a la junta, sino para que el Estado en coparticipación de las provincias puedan articular qué tipo de proceso industrial están generando las empresas que hoy producen carbonato de litio. Así se podría certificar y para que en un futuro tengamos la calidad suficiente para darle permanencia y trazabilidad".
La normativa vigente
¿A qué se debe el desfasaje entre producción, exportación y ganancias? A que en los años '90 se sancionaron leyes que regulan la exploración, extracción y producción minera con enfoque en la venta de materia prima.
Esas normas benefician la inversión extranjera pero limitan las ganancias de las provincias dueñas de los recursos al 3% de la exportación declarada por las empresas. Además de que habilitan la extracción sin consulta a las poblaciones ni evaluaciones estatales de impacto ambiental.
Los casos de Chile y Bolivia
En el caso de Chile, si bien el modelo también es extractivista, su Estado licita la explotación de litio y cobra regalías del 40% a partir de un precio por tonelada. Mientras que en Bolivia se apuesta a un plan industrialista público-privado para extraerlo y producir baterías.