Día de la Mujer trabajadora: qué es el feminismo interseccional
Cada 8 de marzo, el Día de la Mujer Trabajadora se replica en el mundo como jornada de encuentro de la diversidad al interior del movimiento feminista. Uno de los enfoques retomados cada vez con más fuerza en este momento de la lucha por los derechos de las mujeres es el de feminismo interseccional.
En líneas generales, el concepto de interseccionalidad cuestiona la exclusión de factores raciales, institucionales de clase, género y etnia, entre muchos otros, que caracterizó al plan de lucha feminista hegemónico hasta finales del siglo XX.
Por lo tanto, plantea que el sexismo es otro de los motivos de opresión del sistema patriarcal y no el único, poniendo en el mismo nivel a las condiciones económicas, sociales, biológicas y coyunturales. Para esta teoría, entonces, la injusticia y la desigualdad social se relacionan con muchos factores que forman la identidad.
La interseccionalidad propone un enfoque pluralista, que fomenta la problematización de los niveles de privilegios y opresiones entre mujeres en diferentes contextos, pero también en la intimidad de cada una.
Desde este punto de vista, por ejemplo, una interseccionalidad heteronormada, blanca, profesional y de clase media advertiría que sus privilegios forman parte, en un sentido amplio, de los mayores niveles de opresión que puede sufrir una interseccionalidad disidente, pobre y racializada.
Hitos históricos del enfoque interseccional
Aunque el abordaje de políticas públicas basadas en la interseccionalidad es bastante reciente, las primeras ideas al respecto tienen más de un siglo.
La referencia para Latinoamérica se remonta a 1899, cuando la escritora peruana Clorinda Matto de Turner publicó el libro Aves sin nido, en el que denunció los abusos sexuales cometidos por los curas y gobernadores locales hacia las mujeres indígenas.
En ese marco, la autora habla de "la vulnerabilidad que generaba, en este contexto, la categoría étnico-racial y de género".
En la declaración de los derechos de la mujer de 1971, la filósofa Olympia de Gouges relacionó la dominación colonial con la dominación patriarcal, señalando la semejanza entre las mujeres y los esclavos. Esa línea de protesta caracterizó a las luchas feministas y abolicionistas de Estados Unidos en esa etapa del siglo XIX.
En 1989, la académica y escritora Kimberlé Crenshaw le dio a la interseccionalidad un marco teórico dentro de las ciencias sociales. Su trabajo complejizó el razonamiento sobre la relación entre las dimensiones de opresión de las mujeres negras y las experiencias a las que se enfrentaban.
En ese sentido, postuló que la intersección del racismo/etnia, la clase y el género en las vidas de esas mujeres afectaron y afectan sus vidas de maneras que no pueden entenderse si se miran por separado las diferentes opresiones, ni tampoco si se adicionan unas a otras.
Desde otra posición, la intelectual argentina María Lugones señaló en 2005 que la intersección es un mecanismo de control, inmovilización y desconexión estabilizador de las relaciones sociales. Según su teoría, el fenómeno fragmenta lo social en categorías hegemónicas, creando posiciones fijas que dividen los movimientos sociales, en lugar de unirlos.