A pesar de los avances en el reconocimiento de poblaciones originarias y migrantes a través de los últimos censos, Argentina sigue siendo un país donde el sentido común desconoce la diversidad de sus raíces.
Las representaciones sobre nuestra composición genealógica todavía invisibilizan y discriminan a minorías como la población afroargentina. Referirse a alguien como "negro" tiene una connotación negativa y racista en nuestro lenguaje, lo cual se sostiene sobre la falsa certeza de que "en Argentina no hay negros".
En el video, un informe de repaso por la historia de las poblaciones originarias y afrodescendientes en Argentina.
Colonialismo y esclavitud
Según los últimos datos publicados por la ONU, 2.212.879 habitantes del suelo argentino son inmigrantes, lo que supone un 4,92 por ciento de su población.
El componente afro de la población argentina fue variando con el tiempo, y su origen se remonta a antes de que el país fuera considerado soberano y se conformara un Estado nación.
A partir del siglo XV, las invasiones coloniales esclavizaron y exterminaron a las poblaciones originarias latinoamericanas y sus culturas. Cuando necesitaron sustituir esa mano de obra, contrabandearon desde África cerca de 12 millones de personas esclavizadas.
Muchos de estos nuevos pobladores sin derechos murieron en guerras, por enfermedades y como consecuencia de la explotación. Sin embargo, hacia 1778 el 46% de la población argentina tenía origen africano.
La construcción de una identidad "blanca"
La abolición de la esclavitud inició en 1813 con la libertad de vientres y se concretó en 1853 como parte de la Constitución de la Nación Argentina. No obstante, la práctica persistía por vías ilegales.
Llegando al siglo XIX, el país inició un proceso de fomento a la inmigración europea. En paralelo, y gracias a los derechos civiles conquistados, los afroargentinos empezaron a participar de la vida social. Su integración con los sectores populares formados por los inmigrantes dio lugar a un importante proceso de mestizaje.
En ese entonces, la serie de gobiernos y corrientes intelectuales nominados bajo la Generación del ‘80 proponían una Argentina "integrada a la modernidad europea". Esto implicó borrar o no incluir datos de ascendencia afroargentina en documentos, partidas de nacimiento y otros registros.
La priorización de la inmigración europea como origen étnico oficial de Argentina perduró en la educación y la cultura del país en los siglos que siguieron. Ahora, colectivos afrodescendientes y de pueblos originarios disputan esa construcción histórica y reclaman el reconocimiento de las raíces invisibilizadas.