Quién es el “Señor J”, el narco peruano acusado de ordenar el triple femicidio en La Matanza
El caso del triple femicidio que conmocionó a La Matanza sigue sumando capítulos. Este fin de semana, la investigación avanzó con dos nuevas detenciones y la confirmación de que detrás de la brutal masacre podría estar un narcotraficante peruano conocido como el “Señor J” o “El Papá”, actualmente detenido en una cárcel argentina.
Las sospechas sobre su rol surgieron a partir de audios del “Pequeño J”, en los que hablaba de “los tíos que responden a papá” dentro de una gran estructura narco. En esos mensajes, el joven mencionaba deudas de dinero y droga, y hacía referencia a un mando superior al que todos obedecían. Ahora, las pruebas apuntan a que ese “papá” era efectivamente el “Señor J”, llamado Joseph Freyser Cubas Zavaleta, de 31 años, quien habría ordenado el crimen desde prisión.
Durante los allanamientos realizados este fin de semana dentro del penal donde cumple condena, los investigadores hallaron material clave para la causa. El elemento más importante fue un cuaderno de tapa verde, en el que el “Señor J” habría registrado nombres, montos adeudados y datos de personas supuestamente torturadas en los últimos meses.
Este hallazgo refuerza la hipótesis de que el “Señor J” no era un preso más, sino el verdadero cerebro de una red narco que operaba desde adentro del sistema penitenciario, manejando negocios, cobranzas y, presuntamente, decisiones letales como la del triple femicidio.
El fin de semana también se conocieron nuevas imágenes del interior de la vivienda donde ocurrió el crimen. En los videos, registrados por los agentes durante el allanamiento, se escucha a uno de ellos describir el escenario con impacto: “Está todo trapeado… las paredes, la tele, las cortinas. Hay mucho olor a lavandina.”
El intento de borrar rastros fue evidente. Los peritos encontraron restos hemáticos hasta en el techo, una señal del grado de violencia con el que actuaron los asesinos. Según fuentes judiciales, el uso de lavandina y cloro en toda la casa buscó eliminar pruebas y obstaculizar la labor de Policía Científica.
Además de las actuaciones en la cárcel, la investigación llevó a la detención de Mónica Mujica, esposa de Sotacuro, alias “el remisero”. Mujica es sospechada de encubrimiento y destrucción de pruebas. Según la investigación, habría sido clave al momento de eliminar evidencia, incluyendo celulares y ropa vinculada a su marido.
El nombre de Mujica surgió gracias al testimonio de Celeste Magalí Guerrero, una de las ocho personas detenidas en el caso, quien busca ser reconocida como imputada colaboradora. Guerrero aportó información relevante, señalando tanto al “Señor J” como a Sotacuro y a su esposa dentro de la organización.
Si la Justicia acepta su colaboración, Guerrero podría obtener una reducción de pena, siempre y cuando se compruebe que sus declaraciones son verídicas. Su testimonio fue determinante para rearmar el rompecabezas y entender cómo se gestó el crimen.
Durante las primeras semanas de investigación, las miradas estaban puestas en el “Pequeño J”, un joven que, pese a su edad, parecía tener poder dentro de la organización. Sin embargo, con el avance de la causa, surgió una figura más fuerte y con un pasado criminal más extenso: el “Señor J”, un hombre con antecedentes y vínculos narcos en Perú y Argentina.
Los investigadores ahora creen que Pequeño J actuaba como un intermediario dentro de la estructura, mientras El Papá —desde prisión— mantenía el control total de las operaciones. El triple femicidio habría sido una “decisión ejemplificadora” dentro de la lógica violenta del narcotráfico, vinculada a deudas impagas y traiciones internas.