Fontanarrosa, mucho más que un humorista

La huella cultural de Roberto Fontanarrosa, “el negro”, se proyecta más allá de su riquísima producción como humorista, escritor, guionista, dibujante e incluso, sempiterno parroquiano de bar en reuniones con amigos en su Rosario natal. Creador de varios de los grandes personajes de la historieta argentina en todas sus variantes (Inododo Pereyra, Boogie el aceitoso), dibujó además incontables otras viñetas, con ocurrentes chistes sobre fútbol o agudas visiones de la vida cotidiana. Tenía un particular manejo de la ironía, la sátira y los juegos de palabras para describir situaciones y personajes. 

Como escritor, fue un autor extraordinario. Y prolífico: publicó casi 300 cuentos, reunidos en una docena de libros, además de tres novelas y un par de recopilaciones de crónicas deportivas que inevitablemente decantaban hacia su pasión, la pasión de una mayoría de argentinos y argentinas: el fútbol. El inolvidable cuento “19 de diciembre de 1971” -un relato tierno y absurdo sobre un histórico partido entre Rosario Central y Newell 's jugado en la cancha de River aquel día- siempre aparece primero en las encuestas sobre el mejor cuento de fútbol escrito en Argentina. Cabe aquí, ya es necesario, mencionar que la pasión futbolera de Fontanarrosa se resumía en dos palabras: Rosario Central. Fontanarrosa, como Alberto Olmedo, el Che Guevara y Fito Páez, era canaya (así, con “y”). 

Pero no solamente escribió de fútbol. Su talento para retratar escenas de la vida cotidiana argentina, las vicisitudes de sus personajes y cada una de sus frases, potenciaban la empatía del lector. Su rol de “colaborador creativo” de Les Luthiers, por ejemplo, potenció el alcance de su ingenio: aportaba chistes o ideas disparadoras para varios de los grandes éxitos del genial grupo musical-humorístico. Lo hizo desde 1979 hasta el final de sus días.  Clásicos lutherianos como “La gallina dijo Eureka” o “El sendero de Warren Sánchez” contaron, en su origen, con su participación.

Fue distinguido con múltiples premios, entre ellos: Premio Konex en 1992, Premio Konex de Platino en 1994 y, en 2006, el Senado le otorgó la Mención de Honor “Domingo Faustino Sarmiento” por su aporte a la cultura argentina. A sus 62 años, falleció en Rosario el 19 de julio de 2007. A 14 años de ese día triste, sin embargo, podemos sonreír con el recuerdo de sus ocurrentes frases, todos sus inolvidables personajes y el peso específico de una obra literaria realmente popular. 

 

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