De algo no hay duda, "Drácula" representa un antes y un después en la literatura y la cultura popular. Cuando a fines de siglo XIX, Bram Stoker se dispuso a escribir la que después sería su novela insignia, buscó referencias históricas y mitológicas. Estudiaba el material en la Biblioteca de Londres, y entre los libros utilizados se encuentra “La tierra más allá del bosque”, de Emily Gerard, que trata sobre el folklore de Transilvania y presenta la figura de Nosferatu, una criatura que se alimenta de la sangre de víctimas inocentes.
Stoker también toma el nombre de un personaje histórico, conocido como Vlad Drácula o Vlad el Empalador, quien fue príncipe de Velaquia y cuya reputación está marcada por la crueldad y la sangre. De hecho su antigua residencia, el castillo de Bran, es un monumento nacional y un punto turístico rumano.
Además, para narrar la historia y darle un aire más verídico, Stoker utilizó el formato de novela epistolar (son relatos construidos en base a correspondencia), pero con una vuelta de tuerca: incluyó diarios íntimos, telegramas y artículos científicos.