Extravagante, ecléctica y una rebelde sin causa: Carla Bugarín invitó el arte de la sastrería como una forma rígida que puede revolucionar el mundo de la alta costura. La diseñadora piensa pragmáticamente y no deja que el mundo de la bohemia creativa impida el utilitarismo de la ropa.
“Nunca entendí por qué ven a la moda como algo superficial. Lo ven superficial pero es como la comida; vos te cambiás todos los días, comés todos los días, te limpiás el culo con el papel higiénico. No te ponés a pensar; es algo que todos usamos, te guste o no, te vestís todos los días”, dijo la diseñadora.
Este rechazo a las etiquetas es una decisión ambivalente para Bugarín y muy pocas veces se puede realmente adivinar lo que está pensando. La diseñadora cree que esta característica tiene mucho que ver con el discurso moderno de quienes buscan armar marketing con el feminismo. Con esta perspectiva en mente, Bugarín comenzó a crear y pensó en la sastrería como la herramienta que desafía los límites de la morfología para inmortalizarse: “Yo quise hacer esto de sastrería para mostrar que la moda no es descartable, que hay algo que es clásico pero reversionado”, describió.
“La ropa sin género me parece una pavada. La ropa es la ropa y el que la elige es la persona. Esa ropa está bien, la compra el que quiere, no quien vos decís. Yo hago ropa y zapatos….que la que la compre es la persona”, dijo Bugarín.
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