Alfredo Zitarrosa: la música como militancia
Alfredo nació un 10 de marzo en una situación incómoda: hijo no reconocido de una pareja demasiado joven, su madre confió su tutelaje a una pareja de trabajadores que se mudó por varios distritos del Uruguay. En esas mudanzas, el músico entendió sobre el folclore y las melancolías de la milonga.
Su carrera artística empezó oficialmente en 1954, cuando comenzó a trabajar en radio como presentador y actor. Sus contactos lo llevaron a emplearse como periodista y poeta en el icónico diario uruguayo "Marcha". Y en uno de sus viajes entre fronteras se le descubrió la voz de cantante: "No tenía ni un peso, pero sí muchos amigos. Uno de ellos, César Durand, regenteaba una agencia de publicidad y por sorpresa me incluyó en un programa de TV, y me obligó a cantar", contaba Zitarrosa.
Desde entonces el oficio de observador periodístico y poeta se fusionaron con filosas payadas tradicionales, algo que no sentó para nada bien en un continente enfermo de dictaduras militares. El muchacho que en su juventud había seguido el camino de la estética intelectual cumplió su profecía autoproclamada. Solo le faltó adherirse al Frente Amplio de Uruguay (partido de izquierda), para que el martillo censor enmudeciera su música en Chile, Uruguay y Argentina.
Esa misma marca lo obligó a exiliarse y viajar entre España, México y Argentina desde el 1976. Recién a fines de la Guerra de Malvinas volvió a Buenos Aires, donde llenó tres veces el Arena Obras Sanitarias y un año después, Uruguay lo recibió con un recital histórico que abrazó la identidad que por tanto tiempo se le negó.
La voz profunda de Zitarrosa marcó el ritmo poético del rasgueo folclórico y pecó de hacer pensar a quien quedara hipnotizado por sus coplas filosóficas.
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