La Superliga Europea de fútbol genera polémica deportiva y también política
El anuncio de la creación de una Superliga Europea con los clubes más poderosos de las ligas de España, Inglaterra e Italia causó un auténtico terremoto en el primer mundo del fútbol y provocó un furibundo rechazo de los máximos organismos relacionados (FIFA a nivel global, UEFA a nivel europeo), tanto como de gobernantes, federaciones, ligas nacionales, entrenadores, jugadores y por supuesto, muchos hinchas.
Milán, Arsenal, Atlético de Madrid, Chelsea, FC. Barcelona, Inter de Milán, Juventus, Liverpool, Manchester City, Manchester United, Real Madrid y Tottenham Hotspur integran esta docena de “disidentes” -nótese la ausencia, por ahora, de otros gigantes como Bayern Münich y París Saint Germain- a los que se sumarán tres equipos más. Todos marchan encolumnados bajo la presidencia del millonario empresario español de la construcción Florentino Pérez (presidente del Real Madrid). Y quieren iniciar en agosto una nueva competencia con muchos mayores ingresos económicos por derechos de televisión y sponsors. El argumento central de estos clubes es que la pandemia del coronavirus generó un tipo de "inestabilidad económica" que, por ejemplo, la competencia estrella del continente -la famosa Champions League- no solucionará en el corto plazo.
¿Cómo funcionará la Super Liga europea?
Según lo proyectado, será "gobernada" por la quincena de clubes fundadores, se jugará en la temporada interanual que va desde agosto hasta mayo con partidos entre semana y de esta manera no afectará las competencias locales que seguirán llevándose a cabo los fines de semana. El dato relevante, decisivo para entender toda la polémica que involucra incluso a jefes de Estado como Boris Johnson (Reino Unido) y Emmanuel Macron (Francia), es que cada uno de los 15 equipos recibirá 4.190 millones de dólares por adelantado, solo por participar.