Pablo Laurta se negó a declarar ante la Justicia: silencio tras un plan criminal

Pablo Laurta, el hombre acusado por el doble femicidio de Luna y Mariel y el asesinato del remisero Palacios, fue trasladado esta semana para brindar declaración indagatoria. Sin embargo, al ser citado por la fiscalía, se negó a hablar. Su silencio deja abiertas múltiples interpretaciones, entre ellas una posible estrategia de defensa o la intención de simular una condición mental que le permita evitar el juicio.

Durante el traslado judicial, Laurta lanzó frases desconcertantes como “es un mártir” y “hay que venerarlo”, palabras que no lograron ser contextualizadas ni por los investigadores ni por su defensa. Lejos de colaborar con la Justicia, el acusado evitó contestar preguntas y se mantuvo en un estado confuso, que algunos analistas consideran intencional. Las pericias psiquiátricas en curso buscarán determinar si este comportamiento es parte de un intento por parecer inimputable o si existe algún cuadro clínico real.

La Justicia tiene ahora un plazo de 24 horas para dictar la prisión preventiva en la causa iniciada en Entre Ríos. Una vez cumplido ese proceso, Laurta será trasladado a Córdoba, donde lo espera otra fiscalía para indagarlo por el doble femicidio. La investigación determinó que el acusado ya había coaccionado a las víctimas durante meses, y que el asesinato del remisero podría haber sido un acto de “entrenamiento previo”, según fuentes cercanas al caso.

El silencio de Laurta se alinea con la estrategia recomendada por su defensor oficial, designado en la causa de Entre Ríos. En Córdoba, probablemente cuente con otro letrado de oficio. Su anterior abogada, que lo representaba en causas de violencia de género, renunció meses atrás, al perder contacto con él y ante la imposibilidad de sostener una defensa seria frente a sus cambios de conducta y desapariciones frecuentes.

Las pericias previas, realizadas por orden judicial a principios de este año, no revelaron indicadores de peligrosidad ni signos claros de desestabilización mental. No obstante, se había sugerido que realizara un tratamiento psicológico y psiquiátrico, algo que nunca llegó a concretarse. El perfil de Laurta, calmo, educado y racional en los entornos judiciales, contrasta de forma alarmante con la brutalidad de los crímenes que se le imputan.

Por otro lado, el menor de seis años, que quedó huérfano tras el doble femicidio, continúa al resguardo de una vecina cercana a las víctimas. Mientras se analiza su situación familiar y emocional, la Justicia evalúa los pasos a seguir respecto a su custodia y bienestar. Su testimonio podría ser relevante, pero todavía no se contempla una declaración, dado su estado emocional.

La negativa de Pablo Laurta a declarar no es un gesto menor. Revela no solo una postura defensiva, sino también una posible voluntad de manipular el proceso judicial.