Oesterheld: cómo el Eternauta se convirtió en mucho más que una historieta
De padre alemán y madre con ascendencia española, Héctor Germán Oesterheld nació el 23 de julio de 1919 en Buenos Aires. De la fecha de su muerte, tristemente, no hay certeza. Solo se sabe que fue emboscado y secuestrado por un grupo de tareas de la dictadura cívico-militar el 27 de abril de 1977 en La Plata. Permanece desaparecido, igual que sus cuatro hijas —Estela (25), Diana (24), Beatriz (19) y Marina (18); dos de ellas, embarazadas— y tres de sus yernos. Trágico destino familiar, parte de una historia de violencia y persecución política que enluta a la nación.
Oesterheld uno de los grandes apellidos de la literatura argentina en el siglo XX. Su máxima creación, como escritor y guionista, es “El Eternauta”, obra maestra de la historieta mundial. Realizada junto al dibujante Francisco Solano López, cuenta la historia del viajero de la eternidad Juan Salvo, quien se materializa frente a un historietista para contarle sus vivencias de la resistencia ante una invasión extraterrestre a la ciudad de Buenos Aires.
Su aparición con “El Eternauta” marcó un antes y un después en la historia del cómic. Hasta ese momento, la historieta era vista y producida como un medio de comunicación de consumo masivo con algunos recursos narrativos estándares, propios del cine Hollywood, los folletines o las radionovelas. La figura del guionista no existía como tal y mucho menos, un desarrollo narrativo-literario que potenciaba el peso específico de la historia por contar. Esa fue su mayor contribución. Con el paso del tiempo, “El Eternauta” se convirtió en mucho más que una historieta. Es afiche, remera, graffiti, canción, bandera de militancia y hasta texto escolar de lectura recomendada en el nivel secundario. Es, sobre todo, emblema de una cultura nacional y popular.
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