A 21 años de la Masacre de Floresta: hablan las madres de los tres jóvenes asesinados por un policía
La madrugada del sábado 29 de diciembre de 2001, el policía Juan de Dios Velaztiqui asesinó a Cristian Gómez, Maximiliano Tasca y Adrián Matassa, tres amigos que miraban televisión en una estación de servicio de Gaona y Bahía Blanca, en el barrio de Floresta. Los jóvenes volvían de jugar al pool y decidieron ir a tomar una cerveza al kiosko de la estación custodiada por Velaztiqui, que abrió fuego contra los amigos cuando escuchó un comentario entre ellos que no fue de su agrado. Los chicos miraban un informe en la televisión del kiosko y conversaban sobre la brutalidad policial ocurrida en Plaza de Mayo, en el "Cacerolazo" del 19 de diciembre. Pasadas las 4 de la mañana, Velaztiqui se sintió increpado por un comentario de Tasca y sacó su pistola de custodio y fusiló a los tres amigos. Un cuarto joven, Enrique Díaz, que estaba presente, se salvó de milagro porque corrió mientras ocurría la masacre.
El relato de las madres
“Diciembre para mí es una desgracia, me pongo loca. Pasan Navidad y Año Nuevo y me calmo, pero las fiestas ya no son las fiestas”, confesó Angélica Van Eek, madre de Adrián Matassa, en diálogo con IP. Además, Van Eek contó que durante las primeras horas de la masacre, la Policía sostenía que los amigos asesinados habían querido asaltar la estación de servicio, tal como quiso hacer creer el asesino Velaztiqui. “Fuimos a la comisaría para que nos expliquen por qué decían que los chicos eran 'cacos', cuando eran chicos normales”, recordó.
Matassa tenía 23 años cuando quedó agonizando en el piso de la estación, producto de los disparos de Velaztiqui, para morir al otro día, en el Hospital Álvarez. “Cuando salió la doctora y dijo que no había nada que hacer, fue tremendo. Me acuerdo que lo llevaron a una sala para que uno se pueda despedir. Nunca supe si me escuchó”, rememoró Van Eek.
"Decidí volver a empezar"
“Había que decidir: o te morías con ellos de tristeza o juntabas los pedazos del piso. Yo decidí volver a empezar, levantar esos pedazos y pegarlos. Siempre dije que Maxi merece una mamá valiente, fuerte. Ahora, a 20 años, estoy con las mismas fuerzas o más todavía”, contó Silvia Irigaray, mamá de Maxi y fundadora de la Asociación Civil Madres del Dolor. Desde la organización sin fines de lucro, Irigaray brinda charlas a policías jóvenes para concientizar sobre la responsabilidad de llevar un arma en la calle. La mujer recordó a su hijo como "el más verborrágico, con carcajadas que sonaban por toda la casa" y agregó que su lucha comenzó el día que "una bala lo hizo callar".
Velaztiqui fue condenado por el triple crimen a prisión perpetua, pero un tribunal le dictó prisión domiciliaria debido a su edad, en 2012. Irigaray recordó que el asesino de su hijo nunca le pidió perdón a las familias y actuó con absoluta frialdad durante todo el juicio. Pasó nueve años preso en la cárcel de Marcos Paz, antes de quedar ciego y sufrir problemas de salud que lo llevaron a la muerte, a los 82 años, en febrero de este año.
"Me acuesto y me levanto con Cristian"
“Yo me acuesto y me levanto con Cristian. Y tengo claro que el día en que llegue mi hora de partir, él me va a venir a buscar”, dijo Elvira Torres, la madre de Cristian Gómez. El joven de 25 años fue rematado por Velaztiqui luego de quedar agonizando en el piso tras haber querido cubrirse del primer disparo. “Esa madrugada lo llamaron por teléfono al papá de Cristian. Atendí yo y les dije que mi marido no estaba. Entonces me piden que por favor vaya a la estación de servicio y me remarcan que no deje de ir. Ya el corazón de mamá me daba el presentimiento de algo malo”, recordó Torres.
Por otra parte, a 20 años de la masacre, se realizaron actos conmemorativos con los familiares y amigos de Cristian, Adrián y Maxi. Los actos oficiales incluyeron la inauguración de un mural y una placa con la firma de la Legislatura porteña y una misa en la Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria. "Tenemos que seguir siempre adelante, como hicimos estos 20 años. Somos imparables, tenemos mucha energía. Me gusta estar estupenda para todos los que me buscan. Que vean en mí la energía, mi sonrisa; que sea contagiosa y tengan ganas de abrazarme. Gracias por todos los besos y abrazos en estos años", declaró Silvia Irigaray en el acto realizado el 29 de diciembre, frente a la estación de servicio.