Reino Unido: ¿Por qué Boris Johnson está en la cuerda floja?
Boris Johnson, el primer ministro de Reino Unido está en el centro de un escándalo tras la viralización de videos que evidencian las fiestas que hubo dentro de Downing Street, la residencia y oficina del Poder Ejecutivo inglés. A pesar de su primer anuncio oficial de desconocimiento de los hechos y sus posteriores disculpas, el Parlamento británico lo acusó de haber querido engañar a los legisladores y hay quienes piden su renuncia.
Una de las "reuniones" más polémicas en la ciudadanía británica fue una fiesta que se realizo por la despedida de James Slack, el exdirector de Comunicaciones del Primer Ministro, que fue luego nombrado como redactor jefe del diario The Sun.
Según el diario The Telegraph (tradicionalmente conservador), la celebración se realizó la noche antes del funeral del príncipe Felipe en abril de 2021, momento en que el gobierno le pidió a los ciudadanos británicos no acudir al Palacio Buckingham o Windsor para depositar flores y evitar que se infrigieran las normas de distanciamiento social.
El Primer Ministro también está bajo la lupa por otra fiesta en la cual participó con su esposa Carrie, un cóctel al aire libre para más de 100 empleados de la residencia oficial. En ese momento, Reino Unido tenía como medida sanitaria la restricción de reuniones con más de una sola persona.
Johnson dijo que lamentaba mucho "no haber hecho las cosas de manera diferente esa noche" y declaró en el Parlamento que pensó que se trataba de un evento de trabajo para agradecer a su personal por los esfuerzos durante la pandemia.
La indignación desde el Parlamento
La investigación del caso "Partygate" está a cargo de Sue Gray, una alta funcionaria con una carrera de más de 30 años, y podría terminar la carrera de Boris Johnson. Gray reporta directamente al secretario del Gabinete Simon Case, el funcionario de mayor rango en la administración pública del Reino Unido.
Case había sido el principal responsable de la investigación de las fiestas en Downing Street, pero debió renunciar cuando los medios británicos confirmaron que también había celebrado su propia fiesta en su oficina.
La investigación de Gray se amplía cada semana ya que desde que estalló el escándalo a finales de noviembre, los medios regionales revelaron varios eventos que violaron las restricciones sanitarias pandémicas durante 2020.
Las respuestas de Boris Johnson
Durante las primeras seis semanas del primer escándalo, Boris Johnson sostuvo la posición de no saber qué sucedía dentro de Downing Street, pero luego de que se filtraran las imágenes de las primeras reuniones, declaró que en realidad pensó que se trataba de "eventos laborales".
"Downing Street tiene un jardín que se usa con frecuencia para trabajar. Cuando pasé por allí brevemente después de las 6 de la tarde el 20 de mayo de 2020 fue para saludar a mi staff. Pensé que era un evento laboral y volví a mi oficina 25 minutos más tarde", dijo.
El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, pidió la renuncia del Primer Ministro y lo acusó de querer engañar al parlamento: “La idea de que no se dio cuenta de que estaba en medio de una fiesta es tan ridícula que es ofensiva para los británicos.
Finalmente, el primer ministro se ha visto obligado a admitir lo que sabe todo el país que, cuando la sociedad estaba en confinamiento, él estaba armando fiestas en Downing Street. La pregunta ahora es si lo va a sacar de su puesto la gente, su propio partido o si adoptará una conducta honorable y renunciará él mismo”, dijo Starmer.
Avances en la investigación
La investigación que lleva adelante Sue Gray −la segunda secretaria de la oficina del gabinete del primer ministro británico y responsable de examinar el caso− denunció que hubo "fallas de liderazgo y juicio" en las oficinas del primer ministro británico, Boris Johnson. "Algunos eventos no deberían haberse permitido", concluyó Gray. El informe fue presentado a Johnson y este deberá responder al respecto este mismo 31 de enero ante el Parlamento británico.
"En el contexto de la pandemia, cuando el gobierno pedía a los ciudadanos que aceptaran restricciones de gran alcance en sus vidas, resulta difícil justificar los comportamientos en estas reuniones. Algunas de las fiestas en cuestión representan un grave incumplimiento, no solo de los altos estándares que se esperaban de quienes trabajan en el corazón del gobierno, sino también de los estándares que se esperaban de toda la población británica en ese momento", dice el documento.
Además Gray cuestiona: "Parece que se pensó muy poco en lo que estaba sucediendo en todo el país al considerar la idoneidad de algunas de estas reuniones, los riesgos que presentaban para la salud pública y cómo podrían aparecer ante el público".