Las elecciones presidenciales de 2023 coinciden con el 40º aniversario de la vuelta a la democracia en Argentina. A lo largo de esas cuatro décadas, la representación política expresada por los partidos mayoritarios tuvo altos y bajos, pero se consolidó en una polarización que ahora podría mutar ante una nueva tendencia.
La irrupción de Cambiemos como alternativa mayoritaria ante el predominio que el Partido Justicialista (PJ) había ejercido desde el 2003 abrió, en 2015, un nuevo panorama.
Mauricio Macri alcanzó el 34,15% de los votos en primera vuelta, contra el 37,08% de Daniel Scioli y el 21,39% de Sergio Massa. En el balotaje, el fundador del PRO se impuso con el 51,34%. En 2019, el bipartidismo se asentó con el triunfo en primera vuelta del presidente, Alberto Fernández, que obtuvo el 48, 24% contra el 40,28% de su antecesor.
Ese ciclo muestra señales de crisis de cara a la próxima elección. El fenómeno es protagonizado por Javier Milei y los libertarios, que apuestan a consolidarse como una tercera opción competitiva en un escenario de crisis económica y representativa.
El recorrido en resultados electorales
El 30 de octubre de 1983, la dictadura cívico militar que había tomado el poder en 1976 llegó a su fin con la elección del dirigente radical Raúl Alfonsín como presidente. El candidato fue la opción mayoritaria con el 51,7% de los sufragios entre el 85% de la población habilitada para votar que fue a las urnas.
Pese a la recuperación de los derechos democráticos de la población, la inestabilidad política y económica llevó a que el final del mandato de Alfonsín se adelantara cinco meses. Así, el 14 de mayo de 1989, el 47% de los argentinos eligieron presidente al justicialista Carlos Menem por sobre el radical Eduardo Angeloz.
El mandatario riojano renovó su función en 1995 con el 49% de los votos y una diferencia de veinte puntos sobre José Octavio Bordón, del Frente País Solidario (FREPASO). Sin embargo, en 1999 la hegemonía peronista se interrumpió con la derrota de Eduardo Duhalde ante Fernando de La Rúa, de la UCR.
La gestión del radical que encabezó la Alianza desembocó en la crisis económica y política que llevó al estallido social de diciembre de 2001.
Dos años después, otra vez mediante elecciones adelantadas, Néstor Kirchner llegó a la presidencia con apenas el 22% de los votos, dado que Menem renunció a la segunda vuelta pese a haber conseguido el 24%. Tanto el peronismo como el radicalismo habían presentado más de dos candidatos, y cinco del total superaron el 14%, lo que demostró el grado de fragmentación de las propuestas y en el electorado.
El gobierno de Kirchner recuperó un apoyo mayoritario para el justicialismo, que se expresó con el triunfo de Cristina Fernández de Kirchner por el 45% en 2007. Cuatro años después, la presidenta renovó su mandato con el 54% de los votos, máximo histórico desde la vuelta a la democracia.
Qué respuesta pueden dar las PASO
La proyección de Milei como figura competitiva se confirmó en las elecciones legislativas de 2021. Con su candidatura a diputado nacional por CABA, el líder libertario obtuvo el 17% de los votos y se metió en la Cámara baja junto a su actual compañera de fórmula, Victoria Villarruel.
A partir de entonces empezó a gestarse su propuesta presidencial desde La Libertad Avanza (LLA), para ser considerada por electores de todo el país ante las opciones con mayor recorrido político.
Iniciado el año el 2023, distintos sondeos ubicaron a Milei con intención de voto similar a la de las dos fuerzas mayoritarias y, por lo tanto, posibilidades de entrar en una eventual segunda vuelta. Esos pronósticos contrastan con los resultados que el espacio y sus aliados obtuvieron en los comicios provinciales.
En este marco, las PASO revelarán si el ascenso de Milei significa un cambio desde una representación polarizada hacia una de tercios o, por el contrario, las propuestas libertarias continúan entre las opciones minoritarias.