La NASA alerta sobre el crecimiento del agujero en la capa de ozono durante 2021
Los satélites de la NASA determinaron que el agujero en la capa de ozono situado en la zona de la Antártida alcanzó un tamaño récord con 24,8 millones de kilómetros cuadrados. Según el Observatorio Terrestre de la entidad espacial estadounidense, el fenómeno alcanzó el equivalente al tamaño continental de América del Norte el 7 de octubre de este año.
La capa de ozono actúa como una burbuja que envuelve al planeta Tierra en una capa protectora de 10 a 20 kilómetros compuesta por una concentración de moléculas de ozono. Esta barrera filtra la radiación UVB que llega hasta la superficie del planeta y cuya radiación provoca daños al ambiente y a la vida terrestre. El agravamiento de la contaminación y el calentamiento global altera la composición química de esta burbuja, lo cual produce un adelgazamiento de la barrera en partes determinadas.
¿Cómo se forman los agujeros en la capa de ozono?
Cuando formas químicamente activas como el cloro y el bromo, que son compuestos de producción humana, son liberadas a la estratósfera, se producen reacciones en las nubes polares de gran altitud. Estos compuestos permanecen inactivos en la oscuridad, pero inician una cadena de reacciones que destruyen el ozono cuando sale el sol en la Antártida para el final del invierno.
¿Qué acciones se toman para reducir el fenómeno?
Gracias a un informe de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos realizado en 1976, la comunidad científica comprobó la disminución de ozono en ciertas áreas relacionadas con los polos del planeta. A partir del estudio, Canadá, Suecia, Noruega y Estados Unidos comenzaron a tomar iniciativas contra la eliminación de químicos perjudiciales para la capa de ozono.
La preocupación por el adelgazamiento de la capa de ozono llevó a la adopción del Protocolo de Montreal en 1987. Su objetivo principal fue el de aplicar límites a la producción y consumo de los principales productos químicos que destruyen esta capa protectora, especialmente a los Clorofluorocarbonos (CFC) creados en 1928 como refrigerantes, solventes y propelentes en aerosoles y los Hidroclorofluorocarbonos (HCFC), introducidos en la década de los '90 como sustitutos del anterior.
Argentina ha participado del Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono en 1985 y ha adherido al Protocolo de Montreal mediante las leyes 23.724 y 23.778 sancionadas en 1990. A través de estas resoluciones, se promovió la reconversión de los sectores industriales y agrícolas que utilizan procesos productivos con sustancias químicas relacionados.