Retenciones cero: alivio para cerealeras, pero un golpe al bolsillo del consumidor
La reciente medida de retenciones cero, implementada por el Gobierno nacional, ha generado un debate encendido sobre sus efectos reales en la economía argentina. Si bien la medida buscaba impulsar las exportaciones y dinamizar el sector agropecuario, los primeros resultados sugieren un impacto negativo en el bolsillo de los consumidores, especialmente en el precio de los alimentos básicos.
Desde la Cámara Argentina de Supermercados (CAS) y la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios (FASA) expresaron su profunda preocupación por el aumento de precios que han experimentado diversos productos de la canasta básica. En un comunicado conjunto, las entidades solicitaron la intervención “urgente” del Gobierno nacional para mitigar los efectos de la volatilidad de los mercados y evitar una mayor escalada inflacionaria.
Los supermercados, que ya venían sufriendo una caída en las ventas debido a la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores, se enfrentan ahora a un nuevo desafío: cómo absorber los aumentos de precios sin afectar aún más la demanda. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) revelan una caída intermensual del 2,1 por ciento en las ventas de supermercados durante el mes de julio, lo que refleja la difícil situación que atraviesan los hogares argentinos.
Los productos relacionados con molinos harineros, yerbateras y aceiteras, estrechamente vinculados al dólar y a la mesa de los argentinos, son los que han experimentado los mayores incrementos. Ante esta situación, las cámaras supermercadistas han recomendado a sus asociados actuar con prudencia y rechazar aumentos de precios especulativos, en defensa de sus clientes.
Sin embargo, la situación es cada vez más insostenible para muchos minoristas, que se ven obligados a elegir entre remarcar los precios y perder aún más ventas, o mantenerlos y no poder cubrir los costos. Esta disyuntiva está llevando a muchos pequeños comercios al borde del cierre, en un contexto de incertidumbre y falta de previsibilidad.
Mientras tanto, las grandes cerealeras han aprovechado la liquidación extraordinaria de divisas, llegando a vender 7.000 millones de dólares en apenas dos días, el tope impuesto por el Gobierno. Esta transferencia de ingresos hacia los sectores exportadores, si bien puede tener un impacto positivo en las reservas del Banco Central, genera preocupación por su efecto en la distribución de la riqueza y en el poder de compra de los sectores populares.
Las cámaras supermercadistas han elevado su voz de alarma, solicitando al Gobierno medidas urgentes para defender el poder adquisitivo de la población, impulsar el consumo y la inversión, crear empleo y promover cambios impositivos y una reforma laboral. La situación exige una respuesta integral y coordinada para evitar un mayor deterioro de la economía, con el fin de proteger a los sectores más vulnerables.
La implementación de las retenciones cero ha generado una serie de efectos colaterales que no pueden ser ignorados. El aumento de precios de los alimentos básicos, la caída en las ventas de los supermercados y la difícil situación que atraviesan los pequeños comercios son señales de alerta que exigen una revisión urgente de la política económica.