A través de su militancia y trabajo, Georgina Orellano representa a más de 6.000 trabajadoras sexuales nucleadas en la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR).
Hoy es presidenta de ese sindicato y lucha a diario contra las injusticias y estigmatizaciones que pesan sobre un sector del mundo laboral al que no se le reconocen derechos básicos para llevar adelante su vida.
En una charla con Agustina Kämpfer en Algo que contar, la dirigente sindical y trabajadora sexual reflexionó sobre la importancia de la organización política para su actividad.
"He ido presa varias veces ejerciendo el trabajo sexual en la calle, cuando no estaba organizada. He tenido que pagar coimas en más de una oportunidad porque tenía un desconocimiento muy grande hacia nuestros derechos y el marco jurídico del trabajo sexual. Pensaba que lo que estaba haciendo era un delito. Después, cuando me organice y conocí mis derechos, mi realidad cambió", relató.
Según comentó, el maltrato policial e institucional atraviesa al trabajo sexual debido a la informalidad e invisibilización: "Si le pagamos a la Policía tiene que ver con la clandestinidad de nuestro trabajo, por no saber de nuestros derechos. Con no tener una oficina estatal donde ir a denunciar y que nos asesoren y acompañen. Somos un sujeto inexistente porque para el Estado no existimos", advirtió.
Trabajo sexual y vida familiar
Durante la entrevista, Georgina comentó acerca de la relación con su hijo, Santino, de quince años: "Mi hijo ha hablado de mi trabajo en la escuela. Y he tenido que hablar con él para decirle que no toda la gente lo va a entender. Y hay algo de insistencia en decir: '¿Por qué lo tengo que ocultar?, si a mi no me molesta el trabajo que vos hacés'", destacó.
Ambos forman una familia monoparental a partir de la separación de Georgina con el padre del niño, a quien ella conoció en su trabajo.
"Cuando quedé embarazada decidí dejar el trabajo sexual y me fui a vivir con él. Yo tenía 19 años y la convivencia fue muy difícil, vivimos en la casa de los padres de él, y ahí había situaciones de mucha violencia de género que yo en mi infancia no había vivido nunca", recordó.
Aseguró, además, que al tomar la decisión de criar sola a su hijo se apoyó en el ejemplo de su madre: "El ejemplo más claro era mi mamá: si mi mama pudo con seis, porque yo no voy a poder con uno".
Los clientes
Georgina Orellano reveló detalles sobre su relación son quienes la contratan. "Las mujeres se están animando mucho más. Antes siempre lo hacían en pareja y por deseo del varón", dijo.
Por otro lado, también mencionó la ocasión en la que trabajó para un chico con síndrome de down. "Él tenía 18 años. Me contactó la madre y me explicó que veía la necesidad de su hijo de disfrutar sexualmente".
En ese sentido, detalló: "Yo también tenía prejuicios sobre las personas con discapacidad y las pensaba como seres asexuados. Al final fue él quien me enseñó que hay otras maneras de disfrutar"
"La información es poder"
Consultada por el momento de volcarse por completo a su trabajo, Orellano señaló que eligió "vivir una vida donde nadie me cuestione más". Resaltó, además, que empezó a militar para agradecer a AMMAR por el apoyo en situaciones de violencia.
"Muchas personas que desconocen el trabajo sexual piensan que es un mundo aparte, y en realidad nosotras habitamos esta sociedad: caminamos la misma calle, vamos al supermercado, mandamos a nuestros hijos a la escuela. Y toda esa parte no se ve, la gente piensa que disponemos de nuestro tiempo y que estamos siempre en la esquina", sostuvo.
Podés ver Algo que contar con Agustina Kämpfer de lunes a viernes a las 23.30 por la pantalla de IP.