Andy Cherniavsky es una fotógrafa que se crió en el universo del rock y que, como ella misma define, el rubro la acunó en los tiempos más difíciles. La artista debió vivir el exilio de su padre durante la última dictadura militar, quien era representante de artistas como Mercedes Sosa y Nacha Guevara, figuras “no bienvenidas” por el gobierno de facto. Cuando su madre viajó a España, Cherniavsky prefirió quedarse en Buenos Aires mientras estudiaba psicología y trabajaba como fotógrafa.
“La industria como hoy la concebimos y todos los trabajos que yo hacía en ese momento eran por amor a la música, al arte, por aprender, por estar en contacto con todas esas estrellas que tampoco lo hacían ni por la plata ni por nada”, contó la fotógrafa.
El rock de los ‘80 tuvo esa impronta de liberación, donde todas las corrientes artísticas atravesadas por la censura se encontraron libres de descubrir nuevos espacios. Paso a paso, Cherniavsky tejió su carrera “como al crochet” donde admite que cada trabajo que hizo logró capitalizarlo: “Amplié también mi seguridad, mis metas y descubrí nuevos talentos”, contó.
Pero no solo se trató de música: su lente recorrió el camino de la moda y la publicidad, lo que le sumó un bagaje particular a su perspectiva artística y la relación con los protagonistas de sus fotos.
“Yo creo que gran parte de lo que es la profesión de fotógrafo, es poder generar ese vínculo (con el sujeto). Nosotros somos directores, directores creativos, directores de actores. Eso es algo que solo trato de enseñar siempre”, relató.
En su nuevo libro Acceso Directo relató cómo fue formarse como profesional en las décadas más duras de Argentina y cómo venir desde el ambiente del rock la formó para entenderse como fotógrafa y artista.
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