La Policía bonaerense allanó y desbarató un geriátrico clandestino que funcionaba en el partido de Quilmes y que había sido denunciado en marzo por abuso a sus residentes mayores.
El lugar funcionaba con 15 ancianos que se encontraban hacinados, en malas condiciones de higiene, alimentos en mal estado y medicamentos vencidos. Tras la investigación, se descubrió que la mayoría de las personas que trabajaban allí no estaban calificados para cuidar adultos mayores.
La denuncia que alertó a las autoridades fue de una mujer que había sido convocada para un día de prueba y cuando salió fue directamente a la Comisaría 6º de Quilmes. "Les pegan, los maltratan. Lo que vi fue horrible. Para que no molesten los tiene dopados todo el día y eso que estuve unas horas nada más. Además viven atados los pobres viejitos", declaró la mujer. La Policía tardó dos meses para avanzar con el allanamiento.
Se comprobó que el geriátrico San Miguel Arcángel de Ezpeleta le pertenece a Juan Carlos Parada, dueño de otro lugar que funcionaba de forma similar en el sur del conurbano pero que cerró a fines del año pasado luego de cuatro clausuras. Según informaron las fuentes policiales, se cree que Parada habría conseguido la casa donde estableció el geriátrico clandestino a partir de una de las familias de los residentes.